La historia deja huella
Nuestra Orden nace en el S XIV, la figura de estado era ejercida por el Rey, donde tenía una vinculación y apoyo en el catolicismo. Posibilitando la vivencia y la expansión de la fe en España y en otros lugares de misión, con el fin de Evangelizar.
Respondiendo al amor gratuito de Dios
Santa Beatriz de Silva, vive su adolescencia en un espacio político, dentro de la Corte de Castilla- Toledo. En medio de su ambiente sabe escuchar y atender a la llamada de Dios en su vida. Una de las experiencias, que marcan profundamente la vida de Beatriz es el encuentro con la Virgen, en los momentos donde su vida corría peligro. Se pone en camino para dar respuesta a lo que el Señor le pedía en ese momento, fundar una Orden: para imitar y reproducir las virtudes de María.
Es así, como Santa Beatriz a la luz de la acción del Espíritu Santo y con la ayuda de la Reina Isabel la católica, quien le posibilito la Capilla de Santa Fe y los Palacios de Galiana, es habitado por las primeras hermanas concepcionistas franciscanas. Después de un largo proceso, reciben respuesta a las cartas escritas a Roma, para dar comienzo la Orden de la Inmaculada Concepción.
Abiertas
al regalo de Dios en nuestra historia
Hasta 1489 es otorgada la Bula Fundacional, “Inter Universa”, el día 30 de abril del mismo año, aprobada por el Papa Inocencio VIII. Permitiéndole a Beatriz con sus doce compañeras, no ser un beaterio, sino un Monasterio de monjas de clausura en honor de la Inmaculada Concepción.
La Orden cuenta con una regla propia Ad Statum Prosperum, emitida por el Papa Julio II en 1511, posibilitando en la Iglesia, un carisma, espiritualidad, forma de vida y sentido evangélico del seguimiento de Jesucristo por medio de María, en su misterio de la Inmaculada Concepción.